sábado, febrero 25, 2006

Consumido

Consumido


Me elige entre todos. A mí. De este numeroso grupo fui yo, y no otro, el elegido para complacer sus deseos.
Observo como una luz se enciende cuando me toma, descuidada pero delicadamente, como si fuera un hecho totalmente trivial.
Me enciendo mientras sus dedos me recorren.
Sé que juega conmigo: a veces me lleva a lo alto, otras me abandona y, unas tantas más, me contempla con mirada hipnotizada.
Cuando me eleva, siento mi vida deshacerse en su boca cálida, casi tan cálida como el ardor que siento en medio de este juego mortal.
Cuando me abandona, como si no le importara más me hace a un lado, pero se que no me pierde de vista, pues al corto tiempo me toma otra vez haciendo que las llamas de nuevo suban a mi cabeza.
Cuando en mi detiene su mirada, debo conformarme con saber que, aunque seguramente piensa en otra cosa, es mío ese efecto hipnótico, causado tal vez por el ondeante movimiento emanado por acción de mi fuerza vital, o quizás por la expectativa del placer que le proporciono cuando, de nuevo, me lleva a probar la calidez de sus labios, que a su vez me consumen.
No puedo reclamarle: soy suyo y no al revés, lo se. Estoy en sus manos.
Me siento reducido ante su presencia. Yo, quien una vez fuera completo, bajo su mirada soy cada vez mas pequeño, una parte de mi se ha diluido en el aire, en el fuego que me domina y me acaba cada vez mas, hasta que ya no soy nada.
Es entonces cuando me deja, esta vez de manera definitiva, aplastado en el fondo de un cenicero junto a las otras colillas.
25/FEB/2006
12:32 a.m.
EEDC

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